Por Eloisa Hoyo Macouzet.
El término disfagia proviene de las palabras griegas, dys (dificultad) y phagia (comer). Por lo que entendemos a la disfagia como una dificultad para pasar el alimento de la boca al estómago.
Las personas que sufren de una alteración en la deglución tienen dificultad para formar el bolo alimenticio y tragar. Presentan tos, carraspeo y atragantamiento antes, durante o después de una deglución. Sensación de estancamiento de los alimentos y cambios en la voz después de la deglución (voz húmeda). Pueden tener sensación de asfixia al deglutir y los alimentos suelen acumularse en la cavidad oral. Hay generación excesiva de secreciones orofaríngeas antes, durante o después de la alimentación, salida de alimento o líquido por la nariz y sialorrea. Las degluciones son fraccionadas. Estas personas están sujetas a frecuentes neumonías y pueden estar desnutridas.
La disfagia se divide en dos grupos:
- La disfagia orofaríngea cuyas alteraciones son de origen oral, faríngeo, laríngeo y del esfínter esofágico superior. Es suceptible de rehabilitación y representa ochenta por ciento de los casos.
- La disfagia esofágica con alteraciones del esófago superior, el cuerpo esofágico, el esfínter inferior y el cardias.
Las disfagias se deben a alteraciones orgánicas o funcionales y puede afectar a personas de cualquier edad; de bebés a ancianos.
Estas alteraciones en la deglución se manifiestan en pacientes con lesiones en los órganos encargados de la deglución – desde la boca hasta el estómago. También se presentan en pacientes con enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de Parkinson, la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), la miastenia gravis, las demencias de tipo Alzheimer, la esclerosis múltiple, las distrofias musculares, etc. y en pacientes con lesiones neurológicas adquiridas como los accidentes vasculares cerebrales, tumores o neurocirugías y la parálisis cerebral, entre otros.
Los estudios específicos como el Método de exploración clínica volumen-viscosidad (MECV-V), el test del agua, la Evaluación fibroendoscópica de la deglución (FEES, fiberoptic endoscopic evaluation of swallowing) y la Videofluoroscopia (VFS), Blue Dye Test, son los que permiten el diagnóstico de la disfagia.
El paciente con disfagia orofaríngea necesita ser tratado y seguido por un médico y un terapista y, en ciertos casos, por un odontólogo.
El Terapista en Comunicación Humana es el especialista indicado para rehabilitar la disfagia orofaríngea, sus objetivos serán; mejorar la postura, el tono muscular, la respiración y el movimiento de labios, mejillas, lengua y velo del paladar para el control seguro y eficaz del bolo alimenticio de la boca al esófago y con el aporte nutricional suficiente. Esto, a través de ejercicios, estrategias y maniobras específicas para cada paciente, dependiendo de la severidad de la alteración.
Bibliografía
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